Afortunadamente, esta es la segunda oportunidad que tengo de realizar un intercambio internacional, por lo cual a la hora de emprender este viaje las expectativas, el miedo, la emocion, la ansiedad y todos los sentimientos encontrados que se presentan, tienen otro sabor. Esta vez me sentía más preparada y tranquila para la experiencia y los retos que se pudieran presentar.
Sin embargo, aun contando con esta experiencia previa, nunca vivimos la misma situación de la misma manera.
Al llegar a Francia y a mi ciudad, Angers, al departamento donde iba a vivir y a nuestra escuela, las cosas no salieron del todo como tenía pensado, hubo problemas con el departamento, con las materias en la escuela, en su momento hice uno que otro coraje, pero al final todo resulto ser una prueba de tolerancia y paciencia.
El tomar la decisión de participar en un intercambio internacional nace del hecho de estar convencida de la importancia que tiene el salir de nuestra vida diaria, de nuestra comodidad y poder abrirnos a todo un nuevo mundo. Considero que es fundamental, hoy en día, tener una visión más amplia de la realidad en la que vivimos, para así poder participar activamente en nuestra sociedad.
Pienso que toda persona que tenga oportunidad de partir en intercambio, debería tomar el “riesgo” o la aventura, como se quiera ver. Un intercambio te da la oportunidad de hacer una autoevaluación, provee de tiempos de reflexión y análisis, de adquirir madurez emocional; permite poner en práctica la tolerancia a las diferencias entre culturas, costumbres, prácticas y formas de vida. El estar fuera de casa, me permitió valorar todo aquello que en el día a día no me detengo a pensar, valorar mi familia, mis amigos, mi ciudad y mi país, sintiéndome orgullosa de lo que soy, de mis raíces y de ser mexicana.
Si tuviera, de algún modo que sintetizar mi intercambio, fue una experiencia de vida y de crecimiento personal.